El escutoide ha cobrado vida
Triángulo, rectángulo, círculo, cuadrado…las figuras geométricas las aprendemos desde pequeños pero resulta muy curioso que, a lo que se creía que ya estaba inventado, haya que sumar una nueva descripción.
Un grupo de científicos encontró al escutoide y a partir de las revelaciones publicó los resultados en la revista NatureCommunications. Estudiaban el desarrollo embrionario de los animales. Específicamente querían entender la organización de los tejidos epiteliales, que son unas células importantísimas durante el desarrollo embrionario. Descubrieron que las células epiteliales se multiplicaban, apilaban y configuraban en una forma extraña que no tenía una descripción ya existente.
Ese nuevo diseño se parece a una parte del tórax que tienen algunos insectos, llamada escutelo. Por eso la definieron como escutoide. Es entonces una figura geométrica que se caracteriza por tener superficies curvas y al menos un vértice en un plano diferente al de las dos bases.
Similar a un prisma, sí, con un vértice en el medio. Es como decir que tiene un vértice de más. Sus caras laterales pueden ser cóncavas o convexas y, así, los escutoides van encajando y no dejan ningún espacio entre ellos.
Como beneficio o ventaja podemos decir que el escutoide le ofrece a las células epiteliales mayor estabilidad y eficiencia energética. Las células gastan menos energía si adoptan esta forma, lo cual fue comprobado por el físico estadounidense Javier Buceta, junto a otros autores del estudio.
Este descubrimiento, más allá de nombrar o describir una nueva forma, tiene una maravillosa aplicación en la medicina, sobre todo si se quiere diseñar órganos en el laboratorio como parte de una rama de la medicina que es la biomedicina. Así, al saber esto, se puede reproducir las características de los órganos reales.
Es un avance más que se suma a los ya recopilados en la ingeniería de tejidos, una ciencia que avanza velozmente y con la que se vislumbran luces esperanzadoras en el futuro.