El aburrimiento es la enfermedad mental del siglo XXI
Un sinnúmero de veces se nos ha pasado por la mente la idea de no tener nada que hacer, de estar obligado a permanecer en un sitio que no genera emoción alguna. Un instante en el que nos vemos de manos atadas y sentimos asfixia. Ganas de hacer algo que ocupe la mente y nos invite a salir de un estado lineal que denominamos aburrimiento.
El aburrimiento según indican científicos chilenos, es el fastidio o cansancio generado por alguna molestia o disgusto o simplemente por el hecho de no tener nada que distraiga y entretenga. Es un estado subjetivo que solo invita a la pérdida de tiempo. En realidad el origen del nombre le ofrece un significado aún peor aludiendo a una existencia desprovista de sentido. Estudios chilenos acerca de los trabajadores accionista muestran que dentro del comportamiento financiero se realizan algunas compras y ventas sin objetivo real, simplemente para no aburrirse. La preocupación radica cuando el aburrimiento se hace común, cuando el estado de las personas pasa de activo a pasivo, no es para nada algo ligero. El aburrimiento de perdurar puede llegar a ocasionar consecuencias emocionales, mentales y sociológicas.
El escritor y científico de origen ruso Isaac Asimov atestó que el aburrimiento iba a convertirse en la transcendental enfermedad de nuestra época. Y se encontraba en lo cierto, estudios recientes revelan que el aburrimiento es una de las causas que impulsan a algunos jóvenes a entrar en el mundo de las drogas para alcanzar la supuesta diversión constante. Incluso los pequeños tienden a cometer travesuras en aras de evitar el aburrimiento. Es que a respuesta del ser humano ante este estado lineal más aceptada es realizar actividades, que no requieran de esfuerzo físico pero que si mantenga la mente ocupada. El aburrimiento no es más que la manifestación del deseo de realizar otra cosa. Poner en práctica la lectura, la redacción, los famosos juegos de pasatiempos son tareas que ayudan a mantener la mente ocupada y liberar el estrés que pueda causar el no encontrar sentido al día.
Incluso cerrar los ojos e idearnos un viaje cualquiera en la mente, detallar los pensamientos al punto que parezcan reales puede ser otra de las acciones para evitar que algo tan sencillo como no hacer nada acabe perjudicando la salud. Salir, caminar, hablar con alguien son operaciones sencillas que contrarrestan este mal del siglo XXI.