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martes, 22 de mayo de 2018

Un chileno en Mallorca: deja de soñarlo y vívelo.

Por Mia

Chile se encuentra en la lista española de los países con mayor índice de procedencia de visitas turísticas. Cada día son más los chilenos que visitan este país europeo, principalmente Mallorca. Y es que, como diría el pintor modernista Santiago Ruiseñor: “Si te sientes agobiado por los ruidos que trae la civilización (…) sígueme a una isla donde hay siempre calma, donde los hombres nunca tienen prisa (…) Esta isla es Mallorca."

Desde los chicos pueblecitos al lado del mar, como Llucalcari, hasta los campos colmados de almendros en flor o sus festividades tradicionales, Mallorca es una isla que vale la pena descubrir. Su belleza natural, tranquilidad y clima agradable así lo confirman. Todo en esta isla emana paz y sosiego, razón por la cual desde los tiempos remotos ha sido fuente de inspiración para grandes artistas y personalidades de la cultura. Chopin, Miguel de Unamuno, George Sand, Rovert Graves, Rubén Darío y Azorín han deambulado por las calles de Valldemossa y por los pequeños poblados que nacen de entre el mar, la montaña y la exuberante vegetación de la Sierra de Tramuntana.

De este a oeste y de norte a sur, desde la vistosa cordillera de la Sierra de Tramuntana con sus desabridos y salvajes paisajes, hasta la colosal Palma, el tiempo transcurre lentamente y sin prisas. Mallorca es la mayor de las Baleares, llena de personas afables de talante pacífico, que a lo largo de su historia y producto a los vaivenes e influencias de otras civilizaciones han ido conformando y moldeando su propia cultura.

Su gastronomía es conocida mundialmente como uno de los puntos influyentes dentro de la riqueza cultural. Una cocina suculenta en productos frescos de la tierra, verduras, legumbres, frutas, hortalizas y aceite de oliva. Este último constituye uno de los ingredientes básicos de la cocina mallorquina, junto con la manteca de cerdo, usada para hacer la sobrasada, la distintiva llonganissa o las ensaimadas, que acostumbran a rellenarse con cabello de angel, nueces, chocolate, cremas e incluso, para los más atrevidos, en ocasiones se rellena de sobrasada.

Estas son solo recetas para el desayuno, al adentrarse en el mundo de los segundos platos el frito mallorquín destaca. Este consiste en una fritura de hígado con patatas y pimientos, aunque son disímiles las variantes que admite, como las que se realizan con sangre y carne de cordero. Pasear por el interior de Mallorca es un deleite para los sentidos sea cual sea la estación, desde su cultura, su gente y su gastronomía. Las extensiones de almendros en invierno son un espectáculo para la vista y el olfato, mientras que los verdes y frondosos algarrobos, los cereales y las higueras ofrecen un manto multicolor hasta donde alcanza la vista. Solo resta ir para dejar de soñarlo.