Papel del individuo en la construcción de los espacios urbanos
La recreación de un hábitat urbano, como dirían los ecólogos humanos, es el resultado de elementos activos y elementos rutinarios dentro del comportamiento del ser humano en relación con sus semejantes. La visión de la construcción de las ciudades puede ser analizada desde varios ángulos y todos con un nivel de validez absoluto ya que todas las ciudades no se construyeron de la misma manera ni poseen la misma valía en las actividades que realiza el ser humano. Incluso si se le da un matiz antropológico a esta visión, muchas de las grandes ciudades del mundo tanto en el viejo como en el nuevo continente se construyeron sin que existiera una conexión más grande que lo que pueda conectar el trote de un caballo o los pies de un comerciante o de un viajero.
Es posible analizar la construcción de las ciudades como el resultado material de las relaciones humanas formando una comunidad que según R. D. McKenzie en su artículo: EL ÁMBITO DE LA SOCIOOGIA HUMANA publicado en la American Sociological Society en 1926 una comunidad la constituye una distribución ecológica de personas y servicios donde la ubicación espacial de cada unidad está determinada por su relación para con las restantes unidades.
La creación de las zonas urbanas a lo largo de la historia de la humanidad ha tenido un carácter tanto activo como pasivo. Unas han sido el resultado de procesos de enriquecimiento y optimización económica de las comunidades rurales y con esta optimización un posterior desarrollo industrial, lo que produjo un incremento de la población humana como elemento lógico de en la concepción de supervivencia y de mejoría de status social. Otras han sido el resultado de proyectos cívicos, arquitectónicos, urbanísticos, coloniales etc. que son producidos por comunidades que ya poseen un desarrollo urbanístico bien definido y son capacees de proyectarse y movilizar sus intereses en aras de mejorar su condición económica, política o social.
El carácter activo y/o pasivo del hombre dentro de la construcción de las zonas urbanas es una cuestión de perspectivas de análisis y muchas veces de fijar un objetivo específico en cuanto a tiempo espacio a la hora del razonamiento ya que, como se ha planteado con anterioridad, aunque se tengan elementos generales o “manuales de formación urbana” que planteen de manera general la manera en que han formado las grandes urbes, existen especificidades (llámesele especificidades culturales, étnicas, contextuales u otras) que las hacen diferentes como construcciones humanas . Se hace necesario entonces definir que dentro de la formación del carácter activo/pasivo del hombre en la construcción de la zona urbana se da un proceso que puede ser visto con características homogéneas o proporcionarle un enfoque heterogéneo desde el punto de vista de reconocer la existencia de varios procesos que derivan en un fin determinado.
Ambos enfoques (pasivo/activo, homogéneo/heterogéneo) son validos para realizar el análisis antes planteado si se toma en cuenta que en las ciudades, como están en constante movimiento, tienen estructuras rutinarias o automáticas con elementos preconcebidos para resolver una situaciones determinadas y además poseen elementos de constate actualización para otras situaciones. En ambos procesos el individuo participa pero basándonos en lo antes planteado los elementos rutinarios al exigir soluciones prediseñadas a priori de su nacimiento y que forman parte del conocimiento popular y por tanto de su bagaje cultural no lo hacen acreedor de u papel activo dentro de la solución del problema, mientras que con un nuevo problema que no forme parte de todo el almacén de soluciones prediseñadas y exija una modificación consciente tanto de las soluciones como del comportamiento habitual y esperado del individuo se podría hablar de un papel activo dentro de la construcción de las zonas urbanas.
