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jueves, 21 de junio de 2018

Los monumentos que hicieron México

Por javier10miniet

El Museo Nacional de Antropología en la Ciudad de México a menudo se describe como uno de los mejores museos del mundo, y con razón. Ubicado en una serie de grandes galerías, diseñados por el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, que rodean una espectacular fuente 'paraguas' en el patio central, que recoge los restos de una civilización entera, o más bien la secuencia de las civilizaciones - desde el período más remoto de los olmecas, que se remonta al segundo milenio antes de Cristo, hasta el imperio azteca y su término brutal después de la llegada de los españoles a principios del siglo XVI.

Según Apollo Magazine, la colección tiene su origen en el Museo Nacional Mexicano, creado en el siglo XIX, el primer intento de reunir las antigüedades y los documentos sobrevivientes del período prehispánico en la actual México y América Central. En 1964 se mudó a su hogar moderno en el Parque Chapultepec, un retiro tradicional del clamor de la Ciudad de México, con los objetos prehispánicos que se muestran en la planta baja y en el primer piso exhibiciones etnográficas que documentan las vidas de los indígenas y traen el historia hasta el presente. La conexión fue explícita: las civilizaciones antiguas entendieron como las raíces culturales del presente, y como la base de un sentido de identidad mexicana cultivado durante la revolución que comenzó en 1910, y en los años subsiguientes de la reforma.

No puedo pensar en ningún otro museo en el mundo que persiga una meta tan étnicamente orientada, en este caso creando una visión de la identidad mexicana moderna, tan programáticamente, ni tan efectivamente. Cuando visité en diciembre, el museo estaba vivo con familias mexicanas, absorbidas por los objetos expuestos, tan visualmente deslumbrante que casi no necesitan otra interpretación. Se maravillaron de las misteriosas cabezas olmecas de canto rodado, que todavía irradian potencia brutal, y en la reconstrucción del Templo de la Serpiente Emplumada en Teotihuacán, con sus tallas muy estilizadas de Quetzalcóatl, el dios pájaro-serpiente. La figura de Chacmool que tanto fascinó a Henry Moore se reclina en el centro de la extensa exhibición de la civilización maya, mostrando tanto sus logros artísticos y científicos, como la importancia vital del desciframiento del guión maya en las últimas décadas.

En el corazón del museo, en una vasta habitación en el extremo del patio, el imperio azteca se presenta como la culminación de unos 2.000 años de civilización mesoamericana, las exhibiciones se centran alrededor de la gran 'Piedra del Sol', desenterrada en el centro de la Ciudad de México a fines del siglo XVIII. Cerca se encuentra la monumental figura de Coatlicue, la diosa azteca, madre del sol y creadora del mundo. cabezas de serpiente de cascabel hermanadas se levantan de su cuello cortado, por encima de una masa hirviente de la vida escultural - una falda de serpientes, una cadena de corazones y las manos colgando de un collar, mientras que más serpientes salen de sus brazos, adornado con caras monstruosas. La historia es contundente y convincentemente contada, dando el sentido de una misión científica de investigación en el pasado y de la narrativa del destino del pueblo indio.

Lo que ahora se denominaría "política de identidad" en una escala tan vasta seguramente es una fuerza liberadora, pero también potencialmente aislante de contextos más globales. Lo que llama la atención de muchos de los objetos expuestos son los paralelos que se pueden dibujar con otras culturas del mundo: con el arte chino pre Tang, con la escultura africana o con el arte de los mundos griegos celtas o arcaicos. Poco después de la inauguración del Museo Nacional de Antropología, se inauguró el Museo Nacional de las Culturas del Mundo en el centro de la Ciudad de México, con la tarea de mostrar las culturas del mundo; y, como me informó la experta mesoamericana Megan O'Neil, cuando planteé la cuestión del aislamiento, las exhibiciones en Chapultepec con los años han dibujado precisamente estas conexiones. El logro del Museo Nacional de Antropología, y los motivos de su posición de líder mundial, es mostrar cómo la antropología y la investigación científica pueden usarse no solo para definir culturas, sino también para conectarlas, y al hacerlo, ir más allá de los límites de uso de la identidad como principio rector de la exhibición del museo.