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miércoles, 6 de junio de 2018

La justicia llega tarde, pero segura

Por DissyAM

Chile no olvida, es por ello que no pocos se estremecieron cuando el pasado viernes un juez especial condenó a cinco años y un día de prisión a tres agentes de la dictadura de Augusto Pinochet, acusados de la desaparición del estudiante universitario Luis Fuentes Riquelme, cuyo nombre fue incluido entre las víctimas de la denominada Operación Colombo.

Las penas a las cuales el juez Mario Carroza, de la Corte dago, sentenció en su resolución al general retirado César Manríquez, al brigadier Miguel Krasnoff y al exoficial de Carabineros Ciro Torré, a quienes halló responsables del secuestro calificado (desaparición) de Fuentes Riquelme, detenido el 20 de septiembre de 1974 en Santiago; se unen a los cientos de años de prisión que acumulan tras ser hallados culpables en decenas de juicios por violaciones a los derechos humanos.

El joven Luis tenía solo 23 años y era estudiante de Biología de la Universidad de Chile . Militaba en el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), una agrupación que resistió con las armas a la dictadura militar. Fuentes Riquelme fue detenido mientras esperaba a un amigo, los agentes embistieron con un automóvil e inmediatamente le dispararon en la zona de los glúteos cuando intentó levantarse y huir.

De acuerdo con lo revelado en el proceso, su detención se produjo gracias a la colaboración de Marcia Alejandra Merino, conocida como la Flaca Alejandra, y Alicia Gómez, la Chica Carola, quienes habían sido militantes del MIR y, tras ser capturadas por la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), se convirtieron informantes de la llamada policía secreta de Pinochet.

En cuanto a dos antiguos agentes, el general Raúl Iturriaga Neumann y el coronel Manuel Carevic Cubillos, quienes se había presumido que participaran en la desaparición del estudiante, fueron absueltos al no haberse acreditado su participación en los hechos.

De acuerdo con testimonios reunidos en las indagaciones, Fuentes Riquelme fue llevado al cuartel clandestino de la DINA, luego al Hospital Militar por sus heridas de bala y, una vez dado de alta, trasladado al cuartel conocido como la Venda Sexy por los vejámenes sexuales a que eran sometidos los prisioneros. En ese lugar se pierde su rastro el 23 de noviembre de 1974 y pasa a formar parte de los más de 1 192 chilenos que murieron a manos de la dictadura de Pinochet y sin embargo figuran aún como detenidos desaparecidos.