Enviar por email

tu nombre: email destino: mensaje:
Nombre de Usuario: Email: Contraseña: Confirmar Contraseña:
Entra con
Confirmando registro ...

Edita tu perfil:

Usuario:
País: Población: Provincia:
Género: Cumpleaños:
Email: Web:
Como te describes:
Contraseña: Nueva contraseña: Repite contraseña:

jueves, 28 de junio de 2018

Antes que sea tarde para el mundo

Por Jany

Un monumental afiche abriga toda la muralla de un edificio ubicado en el centro de Washington DC. Se asemeja a un iceberg flotando en el mar. Apreciándose algo menos de un cuarto de su volumen sobre la extensión de las aguas marinas, lo restante que sería el área gigantesca, se distingue sumergida en el agua.

Aquella figura no es, aunque parezca, un iceberg, sino una montaña de basura de plásticos. Esa basura que los humanos arrojan al mar diariamente cubriendo todo el océano de un material dañino para la especie natural que allí habita. El colosal afiche fue observado por la expresidenta Michelle Bachelet y su exministro de Medio Ambiente, ambos premios de National Geographic por su enfoque como líderes de Chile en proteger el Océano de todos entre otras iniciativas. Logros como el instauración de las magnánimas áreas marinas protegidas que pudieran ser contadas en la historia del país, transitando de una cifra porcentual de 4,2 de la Zona Económica Exclusiva chilena protegida a un índice del 43% en el período final de la Administración de Bachelet.

El Océano es un natural desagüe de gases devenidos del efecto invernadero. Ayuda a combatir el cambio climático, enfrentándose a disímiles amenazas como la acidificación, la pesca desmedida e ilegal y el derrame de plásticos. Aproximadamente un trillón de bolsas plásticas se manejan en todo el mundo cada año, las cuales tienen un uso práctico promedio de 15 minutos, aunque subsisten unos 450 años. Por otra parte, los plásticos son muy empleados en la medicina y en otros numerosos fines utilitarios como los cascos para rescatistas, constructores y mineros. En la Isla Rapa Nui de Chile, conocida como la famosa Isla de Pascua, la comunidad local limpia habitualmente sus costas y playa de la basura plástica, dígase botellas plásticas, bolsitas, redes de pesca, incluso hasta colchones de polietileno. La principal razón radica en que esta localidad se incluye dentro las cinco colosales “islas de plástico” del mundo, que consiguen hasta 80 metros de profundidad producto de las corrientes marinas.

La gran problemática reside en que los plásticos se degradan en mínimos fragmentos denominados microplásticos que apenas se perciben por el ojo humano. Los peces y mariscos confunden estos pequeños fragmentos y lo interpretan como alimento, ingiriéndolos, algunos mueren al instante, otros luego son parte del menú de cualquier casa y son los humanos quienes terminan consumiendo sin saber, toxinas y químicos. Pero aún hay solución, ya una gran cantidad de países han prohibido el consumo de bolsas plásticas estimulando el uso de bolsas reusables o biodegradables. La clave está en el reciclaje una propuesta de avanzada que aboga por una economía circular. Se trata simplemente de tomar las medidas ahora que aún queda tiempo.