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jueves, 12 de julio de 2018

Un mando para cada ocasión

Por Isabella

Si comparamos los modernos teléfonos de oficina, de apariencia sencilla, pero de con un sinnúmero de complejidades con el salpicadero de un automóvil, que tiene algo más de cien mandos, normalmente de aspecto complicado pero de uso fácil, se detecta al instante que la complejidad aparente y la real no son homólogas en absoluto.

Basta pensar en el surf, unas barras paralelas, una corneta o en unos patines para hielo. Objetos de apariencia muy sencilla pero muy difícil de utilizar, donde algunos de ellos hasta requieren años de estudio y de práctica. El problema radica en que cada uno de los objetos aparentemente sencillos vale para un repertorio muy amplio de actos, pero al presentar pocos mandos y ninguna parte móvil, sólo se puede efectuar la gran magnitud de actos posibles mediante una gran complejidad de ejecución por el usuario. Esto ocurre como en el teléfono de oficina donde al existir más actos que mandos, cada mando debe participar en disímiles actos. Si existiera exactamente el mismo número de mandos que de actos, el principio de los mandos, fuera sencillo y la ejecución simple ya que solo se necesitaría hallar el mando apropiado y activarlo.

El acrecentar el número de mandos puede tanto disminuir como aumentar la facilidad de uso. Cuantos más mandos hay, más enredadas parecen las cosas, y más tiene que aprender la persona; resultándole difícil hallar el mando adecuado en el momento propicio. Por otro lado, a medida que el número de mandos va en aumento para equiparar el número de funciones, puede proporcionarse una mayor igualdad entre mandos y funciones, lo cual hace que las cosas resulten más fáciles de usar. De forma que el número de mandos y la complejidad de uso establece en realidad una compensación entre dos factores opuestos.

Para hacer que algo fuese fácil de utilizar es necesario equiparar el número de mandos y el número de funciones, organizando los paneles conforme a la función. Para hacer que algo parezca simple es necesario minimizar el número de mandos. Satisfacer simultáneamente ambos requisitos conflictivos puede estar en el ocultar los mandos que no se utilizan de momento. Si se emplea un panel en el cual sólo son visibles los mandos pertinentes, se comprime al mínimo la apariencia de complejidad. Al disponer de un mando aislado para cada función, se reduce al mínimo la complejidad de uso. Se puede nadar y guardar la ropa.