Colonia Dignidad no perdona a sus víctimas
Pareciera como si se burlaran de las víctimas, como si todo el dolor no hubiese sido suficiente. Así consideran algunas de las víctimas de violaciones a los derechos humanos ocurrido en la llamada Colonia Dignidad, quienes se sintieron decepcionadas por el programa de ayuda presentado por el gobierno de Alemania.
El enclave alemán fundado en los 60 en el sur de Chile por un excabo nazi no ha recibido la respuesta que esperaban las víctimas de lo que allí ocurría. La principal insatisfacción es que la propuesta presentada no considera medidas conducentes a la búsqueda de la verdad y la consecución de justicia, dio a conocer en una declaración la Asociación por la Memoria y los Derechos Humanos de Colonia Dignidad.
No habrá investigación y persecución de responsabilidades por las violaciones a los derechos humanos, señala el comunicado, mientras que otras siete organizaciones de víctimas chilenas manifestaron igualmente su decepción ante la respuesta del gobierno alemán.
Han sido más de 40 años de sufrimiento por los crímenes cometidos por la organización criminal Colonia Dignidad, argumentaron, de ahí que nos sentimos profundamente decepcionados por el hecho de que el gobierno alemán se lave las manos y plantee que no tiene responsabilidad activa en el asunto.
El parlamento alemán había hecho una petición para la puesta en marcha de un Programa de ayuda a las víctimas de Colonia Dignidad, sin embargo lo acordado, que fue dado a conocer a inicios del mes de julio, no resultó suficiente para los afectados y no solo por lo que contempla en cuanto a las indemnizaciones –donde no se prevén pagos individuales, sino financiamiento de medidas colectivas–, pero sí por la tibieza en cuanto a las investigaciones y las responsabilidades, pues según catalogan las víctimas no avanza en la consecución de verdad y justicia para los crímenes cometidos.
Paul Schafer fue el fundador de Colonia Dignidad, que era públicamente un sitio donde los hombres se dedicaban a la agricultura, las mujeres a las labores domésticas y los niños participaban de coros y grupos de baile. Sin embargo, lo que realmente ocurría allí era la consolidación de un sistema de adoctrinamiento y trabajo esclavista. En los años de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990) el lugar fue empleado como un centro de detención y torturas de presos políticos.
